martes, 14 de abril de 2009

Carrie A. Nation

De profesión, activista

Uno nunca sabe lo que se va a encontrar dando vueltas por Internet... Una de esas cosas es la historia de esta mujer, una historia que nos demuestra que, aunque vayas contracorriente y la gente te tache de carca, puedes terminar saliéndote con la tuya a base de esfuerzo y tenacidad. No llegó a ver su sueño cumplido, pero su ejemplo inspiró a muchos, y nueve años después de su muerte, lo lograron.


Esta buena mujer nació como Carrie Amelia Moore en Kentucky, hacia 1846. Los problemas mentales en su familia eran habituales (sin ir más lejos, su madre de ves en cuando se mostraba totalmente convencida de que era la reina Victoria, y enviaba a su hijita a dormir con los esclavos de la familia...), pero no fue su caso: ella encontró a Dios.

La señora era todo un bigardo, pues debía medir en torno al 1,80 de estatura, con 80 Kg. de peso. Aún así, hubo quien la quiso. Pero su primer marido resultó ser un alcohólico de primera, y murió un año después de que naciera la primogénita del matrimonio. Carrie culpó de ello al alcohol...


Posteriormente, volvió a casarse con un tal David Nation, de quien tomó el apellido con el que se hizo famosa. Vivieron felices, comieron perdices y ella tuvo una revelación: el alcohol es malo y debes acabar con él. Su meditación y su oración dieron paso a la acción: ella y otras mujeres de la Unión de Mujeres Cristianas por Abstinencia comenzaron a boicotear las tiendas de licor y los bares de su localidad. Sus métodos, brutales: desde llamar a los tenderos y camareros “destructores de las almas de los hombres”, a entrar en los salones a cantar himnos religiosos con un organillo portátil (y eso que aún no existían los Casio...). Pero no parecían tener mucho éxito...


Hasta que un día, mientras Carrie rezaba a Dios en busca de orientación, Él le dijo “ve a Kiowa”- una localidad de Kansas-”, estaré junto a ti”. Ella lo interpretó de la mejor manera que pudo: ve a Kiowa con algo en las manos y destruye esos malditos lugares. Y se cargó de piedras (a las que cariñosamente llamaba “machacadoras”), y, tras advertir a los parrioquianos de que les iba a salvar de su destino de alcohólicos, destrozó dos salones de la localidad...


Siguió apedreando bares, confiada en hacer lo correcto. Pero, gracias a una revelación de su marido, dio un paso más allá: éste, bromeando, le dijo que por qué no usaba un hacha la próxima vez, para ser más efectiva. Ella se lo tomó al pie de la letra. Había nacido Carrie A. Nation, una mujer que terminó registrando su nombre como marca comercial en Arkansas (Carrie A. Nation suena como “carry a nation”, “levanta un país”). Armada con una hachuela y una biblia, Carrie destrozó bares y licorerías por todo Kansas y Arkansas. En diez años fue detenida lo menos treinta veces, pero se libró de la prisión gracias a las donaciones hechas por sus hermanas de batalla (y sus simpatizantes), así como por las ventas de hachuelas como la suya.

Entre otras lindezas de esta señorona, cabe destacar su público regocijo ante el asesinato del presidente McKinley en 1901, al que acusaba de beber a escondidas.


Su vida llegó a su fin en 1911, durante un discurso. Fue enterrada en una fosa sin nombre, aunque la Unión de Mujeres Cristianas por Abstinencia le dedicó una placa que decía "Fiel a la causa de la abstinencia, hizo lo que pudo" (palabra). Nueve años más tarde se prohibió la fabricación, venta y consumo de alcohol en EE.UU., la “ley seca”, una ley que se limitó a arruinar la prosperidad vinícola de California y a disparar el mercado negro, fortaleciendo en gran medida a las mafias.

Este cartel juro por panduro que me lo he encontrado en varios sitios de Internet, no es un fake xD .


Quiero dedicar este brindis por esta señora, que seguro que se revuelve en su tumba por ello.

1 comentario:

Krupto dijo...

Ël la maldiga eternamente...pero quiero un hacha de los suyos!!! :)